“Dos aguilas se aventuran, imprudentemente, por territorio de los hombres. Quieren ver los jardines del palacio. Cuando sobrevuelan a baja altura los territorios del rey, un arquero real lanza una flecha. Tratan de huir. Una segunda flecha, de prodigiosa puntería, hiere a una de las dos águilas.
Mientras se desploma hacia su fin, el gran ave agonizante observa que la flecha está hecha con hermosas plumas de águila. En un esfuerzo supremo, grita a su compañera sus últimas palabras.
–¡Recuérdalo, aquello que nos mata es justo lo que llevamos en nosotras…!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario