"Un amigo es aquel que lo sabe todo sobre ti y sigue siendo tu amigo".

Kurt Cobain

martes, 12 de mayo de 2009

El Beneficio de la Duda

Consiste en no juzgar a otra persona hasta que se demuestre su culpabilidad, dando el chance de reivindicarse.

Interesante definición y sin duda más aún aplicarlo a la vida =)


Los Méritos del Amor

Érase una vez una princesa que estaba muy triste porque nadie llenaba su corazón. No es que le faltasen pretendientes ya que era una princesa bella y su reino, próspero. Pero tal vez por eso, por ser bella y rica, desconfiaba que el amor de quién a ella se acercaban fuese sincero. Un día pasó por el reino un hombre que dijo estar cautivado por ella, y así se lo confesó, “pero soy pobre”. La princesa quería una prueba de aquél amor tan pronto confesado a lo que el hombre le dijo: “Como prueba de que mi amor es verdadero, pasaré bajo vuestro balcón sin moverme, 100 días con sus respectivas noches, sin comer, ni beber. Mi alimento será veros y vuestra sonrisa calmará mi sed.” Y así fue. Día tras día aquél hombre permanecía sin moverse bajo el balcón de la princesa. Sólo le cabía mirarla y percibir su sonrisa para permanecer un día más. Así uno tras otro hasta el día 99. Los vasallos se alegraban porque la princesa, por fin, había encontrado a un hombre que la amase. Pero hete aquí que, cuando faltaba una hora para que se cumpliese el plazo de los 100 días, el hombre recogió su hatillo y se fue de allí. La gente, extrañada por la actitud del hombre al que tan poco tiempo le faltaba para casarse con la princesa, le preguntó el porqué abandonaba. Él, con semblante triste, les respondió: “Una mujer que no es capaz de ahorrarme ni una hora de sufrimiento es que no merece mi amor”.

Érase una vez una princesa que estaba muy triste porque nadie llenaba su corazón. No es que le faltasen pretendientes ya que era una princesa bella y su reino, próspero. Pero tal vez por eso, por ser bella y rica, desconfiaba que el amor de quién a ella se acercaban fuese sincero.

Un día pasó por el reino un hombre que dijo estar cautivado por ella, y así se lo confesó, “pero soy pobre”. La princesa quería una prueba de aquél amor tan pronto confesado a lo que el hombre le dijo: “Como prueba de que mi amor es verdadero, pasaré bajo vuestro balcón sin moverme, 100 días con sus respectivas noches, sin comer, ni beber. Mi alimento será veros y vuestra sonrisa calmará mi sed.

Y así fue. Día tras día aquél hombre permanecía sin moverse bajo el balcón de la princesa. Sólo le cabía mirarla y percibir su sonrisa para permanecer un día más. Así uno tras otro hasta el día 99. Los vasallos se alegraban porque la princesa, por fin, había encontrado a un hombre que la amase. Pero hete aquí que, cuando faltaba una hora para que se cumpliese el plazo de los 100 días, el hombre recogió su hatillo y se fue de allí. La gente, extrañada por la actitud del hombre al que tan poco tiempo le faltaba para casarse con la princesa, le preguntó el porqué abandonaba. Él, con semblante triste, les respondió:

“Una mujer que no es capaz de ahorrarme ni una hora de sufrimiento es que no merece mi amor”.

De: Emarts Blog (Emanuel)
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