Cachuy persigue a la flaca continuamente, se presenta de forma imprevista en los lugares que ella frecuenta, siente ataques de celos ante cualquier persona que se acerca a “su” amada, no respeta su espacio personal ni su intimidad. A veces el amor se convierte en una relación obsesiva y se pierde el control de la propia vida.
Para avanzar hacia una pareja sana y feliz hay que aprender a superar la dependencia emocional. Si uno de los dos es adicto al “te quiero”, ¡hay que tener cuidado! Incluso ha llegado a controlar sus llamadas telefónicas, mensajes de móvil y correos electrónicos, como un auténtico espía y afirma que no puede estar sólo o ir a ningún lugar sin ella.
El enamoramiento es una etapa de la relación en que es “normal” estar pendiente de la más mínima demostración de cariño de la otra persona, y en la que se desean los enamorados a todas horas, pero otra cosa es una relación obsesiva en la que la necesidad y dependencia puede convertirse en un calvario para ambos.
De acuerdo a los expertos la obsesión ocurre cuando la relación le genera a uno de sus integrantes un continuo o profundo malestar, pudiendo llegar a alterar o paralizar su vida cotidiana o porque le hace perder la capacidad de controlar sus impulsos y mantener comportamientos racionales.
El amante obsesionado no deja vivir al otro en paz y lo convierte en el centro de su existencia, relegando todo los demás a segundo plano.
Su dependencia emocional es tan fuerte, que puede compararse a drogadicción, y una separación de unas horas o un día, puede experimentarla como un síndrome de asistencia.
Aunque su droga no es la heroína o la cocaína, sino el amor. Un amor mal entendido y enfermizo, que termina por ser asfixiante.
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